HOMENAJE A LAS MADRES GUERRERAS
Realmente hay muchas cosas por decir, pero empezaré por hablarte de las madres, parte fundamental de la vida, del corazón de una familia, de los sueños, de nuestras metas.
Una madre te ama desde el vientre, te cuida, te abraza, te besa. Ésa es una madre con todas las letras. Una persona que siempre está ahí para ti, para verte crecer, para acompañarte en los momentos difíciles, en aquellos donde crees que no vas a poder.
Ella siempre va a estar ahí, apoyándote, dándote aliento, aplaudiéndote incluso cuando tú ya no tienes energías. Ella cree en ti como nadie más lo hará.
Una mamá de verdad es la que no está ausente, la que deja muchas cosas de su vida para estar contigo. Que aunque no lo parezca, siempre va a mostrarte su mejor cara, aunque esté triste, aunque por dentro no sienta felicidad. Porque su misión es darte fuerza incluso cuando ella no la tiene.
Hay madres que, aún en medio de la dificultad, siguen creyendo, siguen soñando con un futuro mejor para sus hijos. Porque saben, en lo profundo de su ser, que sus hijos merecen una vida mejor. Dan todo de sí y nunca paran. Son inspiración viva.
Y aunque este post está dedicado a las madres, no puedo dejar de mencionar que hay padres que también lo dan todo. Hombres que luchan hombro a hombro, que se esfuerzan y apoyan. Pero hoy, el homenaje es para ellas, para las madres que nos han marcado con su valentía.
Te contaré de mi mamá, mi hermosa madre. Una mujer que tuvo una niña en medio de la dificultad y encontró fortaleza en su interior para no rendirse jamás. A los 18 años me tuvo a mí, y luego llegaron tres hijos más. La vida fue dura, durísima. Pero ella, con una chispa de esperanza en el corazón, siempre soñaba con una vida mejor. Nunca dejó que las dificultades la detuvieran; al contrario, fueron un impulso.
Tuvo la oportunidad de estudiar, primero su bachillerato y luego un técnico, todo mientras trabajaba y cuidaba a sus cuatro hijos. ¿Te imaginas? Cuatro hijos, trabajo, estudio... no fue nada fácil. Pero ella lo hizo. Aprovechó una oportunidad laboral que llegó gracias al esfuerzo conjunto con mi papá, donde su empeño y preparación dieron frutos. Presentó un examen, ganó un concurso y logró un puesto que ha mantenido con excelencia hasta el día de hoy.
Mi madre no se conformó con sobrevivir. Ella quiso soñar más allá. Quiso una casa propia, quiso una vida digna para nosotros, sus hijos. Y lo logró. Hoy, todos somos profesionales. Todos tenemos nuestras familias, y tratamos de ser igual de buenos padres como ella fue con nosotros. Ella no renunció a sus sueños. A veces los aplazó, sí, pero los retomó, porque sabía que nunca es tarde para alcanzar lo que uno anhela de verdad.
Yo también he sido madre. Y aunque no creo que haya sido la mejor, lo intenté con las herramientas que tenía. Mi hijo, aunque a veces me saque canas verdes, es una gran persona con un corazón noble. Y tengo que agradecerles a mis hermanas y a mi hermano, porque fueron parte de su crianza. Ellos también fueron papás para él. Y mi mamá, por supuesto, siempre estuvo ahí para apoyarme, junto con mi papá. En esos momentos de debilidad que no siempre confesé, ellos me sostuvieron.
Y no quiero dejar de contarte de otras mujeres valientes que conozco.
Una amiga muy cercana, una señora admirable, tuvo una vida dura. Se casó joven y su pareja no la trató como merecía. A pesar de eso, sacó adelante a su hija, y también crió a varios sobrinos que hoy la aman y la respetan. No se deja vencer, la vida no se detiene y no de va a dejar envejecer sin vivir. A pesar de sus rodillas operadas y el dolor que soporta, siempre sonríe, da buenos consejos y sigue de pie. Yo le digo que mi sueño es que corra una maratón y y ella solo se ríe.
Otra amiga vive en un barrio difícil, uno que muchos etiquetarían como peligroso. Tiene tres hijos a los que ha dado una educación impecable, les ha enseñado a soñar, a luchar. Una de sus hijas es deportista de alto rendimiento, y aunque las condiciones no son las ideales, ella no se rinde. Hace de todo para apoyarla. Vende, trabaja, se mueve. Siempre está ahí para decirle: “No sé cómo lo haremos, pero lo haremos”.
Y la amiga de mi papá, otra mujer que admiro profundamente. Se separó y le tocó enfrentar la vida sola con tres hijas. Y adivina qué: no se dejó. Tiene casa propia, dos hijas profesionales y una más en el colegio. Vende lo que sea necesario para salir adelante. Porque como ella dice, vivir no es solo sobrevivir: es soñar, imaginarlo, y trabajar para hacerlo realidad. No es fácil, pero tampoco es imposible.
Incluso en la naturaleza encontramos madres que hacen todo por sus hijos. No importa la raza, ni la especie: simplemente, una madre lo es todo.
A todas las madres que luchan día a día, que no se rinden, que enseñan con amor, que sueñan por ellas y por sus hijos, ¡felicitaciones! Y si conoces a una madre guerrera, déjala en los comentarios. Me encantaría conocer su historia. Te leo.
Gracias hija mia, te amo mucho y se que vas a llegar muy lejos, con todo lo que te propongas .
ResponderEliminarAl hablar de las madres, no se debe generalizar, pues existen algunas que han perdido aquel don que les fue otorgado y hacen de la vida de sus hijos verdaderos calvarios, llegando inclusive a causarles la muerte; afortunadamente éstas son la excepción de la regla.
ResponderEliminarDicen que es tal la importancia de las madres ¡Que hasta Dios quiso tener una!
Muy buen escrito. Me gustó mucho.
Muy bonita reflexión. Muchas gracias por tu Aporte
Eliminar