El Poder de Saber Elegir

 




A veces, la vida nos pone frente a decisiones que definen el rumbo de nuestros días. Elegir una pareja, un proyecto, una profesión o incluso una amistad no debería tomarse a la ligera. Hoy quiero compartirte la historia de una mujer muy cercana a mí, una historia que me hizo comprender cuán poderoso es saber elegir, no desde el miedo, la costumbre o la presión, sino desde la claridad emocional y el amor propio.

Ella es una mujer admirable: hermosa, inteligente y profundamente creativa. Tiene esa chispa de las personas que no se rinden ante los obstáculos, que en lugar de frustrarse, se reinventan. Desarma aparatos, aprende electrónica por curiosidad, crea cosas sorprendentes con lo que tiene a la mano. Pero más allá de su talento, hay algo que admiro aún más: su capacidad de evolucionar.

Durante años, estuvo en una relación que, aunque no conocí en detalle, sé que no la hacía feliz. Solía repetir que no quería tener hijos, como si hubiese cerrado esa posibilidad en su corazón. Hoy entiendo que no era una negación hacia la maternidad, sino una consecuencia del contexto emocional que vivía.

Cuando esa relación terminó, algo en ella empezó a florecer de nuevo. El destino (o tal vez la vida misma actuando con sabiduría) la reencontró con alguien que ya conocía desde hace mucho tiempo. Esta vez, su corazón no solo latió distinto: reconectó con algo que creía perdido. Y en menos de dos años —mucho menos tiempo del que pasó en su relación anterior— se casó, se convirtió en madre y, sobre todo, se permitió soñar nuevamente.

Esto me hizo pensar en algo profundamente revelador: no es el tiempo, es la persona.

Pasamos años de nuestras vidas esforzándonos en relaciones o situaciones que no fluyen, creyendo que mientras más tiempo invirtamos, más cerca estaremos de que “funcione”. Pero no siempre es así. El amor, la conexión real, el respeto mutuo, la visión compartida... no se fabrican con el paso del tiempo, sino que se reconocen; se sienten; se viven.

Y no solo aplica al amor de pareja. Esta reflexión también sirve para entender que podemos estar años en un trabajo que no nos nutre, o en una rutina que no nos representa. Y de pronto, aparece una oportunidad, una persona, una idea... y todo cobra sentido. La diferencia está en saber elegir. Elegir con libertad, con autenticidad y sin miedo a soltar lo que ya no nos hace bien.

Ojalá que todas las personas que leen esto lleguen a encontrar ese “clic” con lo que les llena el alma. Pero mientras tanto, que elijan bien, que elijan bonito, y que no se olviden de ser felices y crecer en el camino.

Comentarios

  1. Que lindo mensaje, así es, muchas veces toca pensar con la cabeza y no con el corazón y saber que decisiones tomar que nos ayuden en los proyectos y visiones que tenemos para nuestra vida

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